Sunday, November 6, 2011

Alan Gross y Los Cinco de Miami

Es tiempo para un intercambio de reos


Por Lic. Edward V. Byrne
The Yucatan Times
August 10, 2011

Alan Gross, estadounidense de 62 anos, oriundo de Bethesda, Maryland, hoy en día se sienta solo en una celda cubana.  ¿Es Gross un espía internacional, que pretendía plantar la semilla de una resistencia política contra el gobierno cubano entre la comunidad judía de La Habana?  Según el régimen Castrista, sí lo es. ¿O es inocente de haber cometido algún delito, como afirma el gobierno de los EE.UU?  Cualquiera que sean los hechos verdaderos, Sr. Gross ha llegado a ser un peón diplomático en la etapa final de una guerra fría que ha durado más de la mitad de un siglo entre la pequeña isla y su poderoso vecino justo 90 millas al norte.

Gross hizo varios viajes a Cuba a partir del 2008, llevando consigo una visa de turista.  Según Philip Giraldi, ex agente de la CIAque ha investigado el caso y escrito sobre él, antes de su primera visita Gross recibió $500,000 USD de la Agencia de Desarrollo Internacional del Departamento de Estado de los EE.UU., para perseguir una misión para “promover la democracia” en el país.  Llegó a la isla sin ninguna experiencia en asuntos políticos, no era “jugador político,” ni era capaz de hablar y entender español.  A su llegada, Gross empezó a repartir computadoras laptop, celulares y teléfonos satelitales a la comunidad de aproximadamente 1,000 judíos que viven en la isla, para que de esta manera pudieran tener acceso a internet y poder comunicarse mutuamente así como con el exterior.  Se desconoce si Gross conocía acerca de las leyes cubanas que estrictamente prohíbe la introducción y/o distribución de tales aparatos sin el permisión de las autoridades, pero probablemente bien sabía que lo que estaba haciendo durante sus varias visitas a la isla caribeña no era legal.  No había duda de que Gross no era solamente otro turista.  En todo caso, en diciembre del 2009, mientras se preparaba para abordar su vuelo con rumbo a Miami, Gross fue detenido en el aeropuerto José Martí en La Habana.  Dieciocho meses después, él sigue allí.  Si Gross de hecho planeó desestabilizar el régimen, o incitar a la comunidad judía en contra de las autoridades cubanas, fue todo un fracaso.

Hace algunos meses, durante un juicio obviamente con un resultado ya determinado, Gross fue condenado en un juzgado cubano a 15 años por el delito de espionaje.  El viernes 5 de agosto, el más alto tribunal del país -- la llamada “Sala de Delitos contra la Seguridad del Estado del Tribunal Supremo Popular” -- aprobó y ratificó la sentencia. El fallo de las autoridades judiciales cubanas no sorprendió a nadie. Son mozos del sistema – un buen ejemplo de la justicia “estilo cubano.”  Hasta ahora, nadie ha podido hacer algo para liberar al Sr. Gross.  El ex presidente de los EE.UU., Jimmy Carter, buen amigo de Fidel Castro desde hace años, fue a La Habana en marzo pasado por dos días (acompañado por su esposa Rosalynn Carter), donde sostuvo reuniones informales con los hermanos Castro, supuestamente con una agenda de una plática entre viejos amigos.  (En Washington el Departamento de Estado destacó que la visita de Carter era de carácter personal, y no oficial por parte del gobierno de Barack Obama).  Carter tampoco pudo lograr nada – solo le dio a la prensa cubana una buena oportunidad de tomar fotos “promocionales” de los ya viejos hermanos Castro juntos con los Carter, sonriendo y vestidos de la tradicional guayabera blanca, mientras se daban la mano uno a otro en la pista de José Martí.  Todo eso con el propósito de “mejorar las relaciones” entre países que aún están tan distanciados en muchos asuntos.

El Sr. Gross, según reportes, padece varias enfermedades, y se alega que ha perdido más de 40 kilos desde su arresto.  Su hija de 26 años que vive en los EE.UU. sufre de cáncer, y su madre de 89 también padece de una seria enfermedad.  “Alan y toda la familia Gross han pagado un precio personal enorme y a largo plazo en la contienda política entre Cuba y Estados Unidos,” comentó el abogado defensor de Gross el viernes pasado.  Judy Gross, la esposa de Alan, ha pedido a Raúl Castro, de manera pública, su liberación por razones humanitarias.  La portavoz del Centro para la Democracia en las Américas, en Washington D.C., señaló que “pedimos al gobierno de Cuba un gesto humanitario de libertad en consideración al sufrimiento de la familia Gross y porque su cautiverio congela el progreso de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba.”  Pero, a menos que Castro decida liberar al Sr. Gross por compasión, no habrá una salida legal para el condenado.

Mientras tanto, a solo media hora de vuelo hacia el norte, en Florida Los Cinco de Miami también están sentados en sus celdas federales.  Aunque el caso de ellos tiene una larga historia, no es muy conocido por la gente en los EE.UU., pero en Cuba, Los Cinco son famosos -- héroes nacionales desde hace una década o más.  No hay ninguna duda que ellos fueron agentes cubanos que entraron a los EE.UU de manera ilegal (armados con pasaportes y documentos falsos, entre otras cosas) a finales de los 1990s.  Claramente tuvieron propósitos subversivos.  Todos fueron integrantes de la llamada “Red Avispa,” un grupo de inteligencia militar que el gobierno cubano mandó a Florida para que se infiltraran entre la comunidad anti-Castrista que era muy activa en Miami en aquel entonces.  Desde el principio Los Cinco admitieron que sí trabajaron de parte de Cuba, pero siempre negaron que tuvieran algún otro plan más que el de vigilar y observar las actividades de los anti-Castristas.  Estos últimos fueron activistas políticos que, de manera regular en esos días, planeaban varias excursiones militares a Cuba con la esperanza y miras de recuperar la isla de las manos de los Castros.

Los Cinco fueron detenidos en 1998 y sometidos a juicios penales en el 2000 por fiscales federales, mismos que duraron más de siete meses.  Un jurado en Miami emitió su veredicto en menos de seis horas.  Todos fueron encontrados culpables.  Al final, el juez federal los condenó a varias sentencias hasta llegar a la cadena perpetua.  En el 2005, un juzgado de apelación federal anuló el veredicto y la sentencia de la corte bajo después de determinar que la atmósfera pública en la cual se manejó el juicio en el 2000 era hostil y por lo tanto prejudicial, por consecuencia Los Cinco no recibieron un proceso jurídico en conformidad a las exigencias de la ley, como se le es garantizado a todos los acusados en los EE.UU.  El fallo judicial se basó principalmente en los sentimientos endurecidos de mucha gente – cubanos, por supuesto -- que aún prevalecen fuertemente en el sur de Florida en contra del régimen de Castro.  Sin embargo, unos años después otra corte de apelación anuló el segundo fallo y determinó que de hecho, el juicio original fue de conformidad con la ley.  En el 2009, la Suprema Corte de los Estados Unidos se rehusó a reconsiderar o revisar el caso de nueva cuenta, siguiendo las recomendaciones legales de la administración de presidente Barack Obama.

Hay reportes persistentes de maltratamiento hacia Los Cinco.  Tras su arresto, cada uno de ellos pasó 17 meses en celdas aisladas.  En el 2011, el respetable medio de comunicación estadounidense NPR (Radio Pública Nacional) dio a conocer que hasta el día de hoy Los Cinco están encarcelados en una unidad especial, usualmente reservada al uso exclusivo de reos que presentan continuamente problemas de disciplina.  El Departamento de Estado ha negado en varias ocasiones visas a las esposas de los condenados, aseverando que algunas de ellas son agentes cubanas.  Además, en el 2010 había aseveraciones (en la prensa estadounidense) de que antes y durante el juicio de Los Cinco en el 2000, algunos periodistas y corresponsales fueron comprados por oficiales del gobierno, de manera furtiva, para que escribieran artículos negativos (en español y ingles) en contra de los acusados, con el propósito de envenenar las actitudes de los jurados.  Actualmente hay una campaña mundial, encabezada por Amnistía Internacional, para asegurar la libertad de Los Cinco.  Entre los partidarios más fuertes de Los Cinco se cuentan ocho ganadores del Premio Nobel.

Se debe reiterar que no hay duda alguna de la culpabilidad de Los Cinco.  Obviamente, ellos ni eran ni son amigos de los Estados Unidos, pero, ¿Sus crimines merecen los castigos que todavía se ejercen?, ¿Hicieron ellos algo peor o diferente  de lo que hizo Alan Gross?  ¿No es la mejor solución el poner a Los Cinco en el próximo avión con rumbo a La Habana?

Al mismo tiempo que nosotros como estadounidenses pedimos a los hermanos Castro que hagan lo justo y lo correcto, y que demuestren “compasión” para el Sr. Gross y su familia al otorgarle la libertad incondicional de una sentencia supuestamente “basada en nada, y en ningún delito”,  ¿no sería justo hacer lo mismo con respecto de Los Cinco de Miami que están condenados y encarcelados en Florida desde hace más de una década?.  Ellos ya han pasado por muchos años de encarcelamiento en varias prisiones federales, aun más que el Sr. Gross, en una condición de presos sin esperanza.  Ellos – y sus familiares cubanos – sufren también, día a día.  ¿O acaso las vidas de Los Cinco, y las de aquellos que aún los esperan en Cuba, valen menos?

Un aparente estandarte de doble justicia es empleado frecuentemente y caracteriza la política exterior de los EE.UU. – una de compasión para nosotros (EE.UU.), pero otra de venganza para todos los demás.  Ha llegado una muy buena oportunidad de demostrar al mundo justamente lo contrario.  Es tiempo de regresarle a Alan Gross a su familia y a Los Cinco a los suyos.

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© Edward V. Byrne 2011.  This article may be briefly quoted but not reproduced in full without express permission of the author.

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